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Vuela alto, mariposa

 En un pequeño campo lleno de lavanda y jazmín, paso las horas distraído y me dedico a contar mariposas, que danzan cerca de mí.     Mis mariposas reposan en mi jardín y disfrutan de esa fragancia que tanto me gusta.                                                                                      Una fragancia suave y dulce que calma mi ansiedad. Mis mariposas visten su cuerpo de dorado y de ese turquesa especial, que parece más una mar salvaje, que un cielo despejado   Mis mariposas vuelan suave, movidas por el capricho del viento.                                                                       Mis mariposas vuelan hasta tocar las nubes. Ellas son transformación,  muerte y renacimiento. Son los colores del alma.  son el valor de lo efímero, son la belleza de su evolución.   ¿Y tu quien eres, oruguita? ¿a qué le tienes tu miedo? Ya estás acabando la pupa y tu capullo empieza a desvanecerse.   Tienes una vida por empezar; un jardín del que cuidar. Eres la señora de las flor

Una Obra Desesperada

  Me encontraba en la cama, sin cuerpo ni esperanza para levantarme.   Despertar era un castigo para mí, que prefería el refugio de un mundo de sueños, mágico y fantasioso, y me alejaba de la vida triste y aburrida, que me atormentaba día tras día.   No aceptaba la cruda realidad, me castigaba por mi condición humana, y seguía siendo débil, pasivo;  sobre todo, roto.   Vivía en una nube de humo y alcohol, acompañado por la música de estrellas fugaces que se extinguieron demasiado rápido entre pinchazos, pastillas y una vida sin amor.   Y en ese preciso instante, en el momento más crítico, algo sonó en mi cabeza:   Cada estrofa representaba un sentimiento. y las diferentes notas despertaban una parte de mí. Algo desconocido que quizás no pudo escapar, hasta que la música supo encontrarlo.   Dejó que saliera, que huyera del cuerpo, y la acompañó, dulcemente, en medio de la melodía y de las lágrimas.   Desconozco por qué tocaba Y por qué lloraba. Solo sé

Rasgo Notas sin Sentido

  Rasgo notas sin sentido, Buscando los acordes de esa canción. Aquella que me cantabas, Cuando jugábamos a juegos del amor.   Rasgo notas sin sentido, Buscando el recuerdo de esa canción, Aquella de las risas en la cama Y del sexo con pasión.   Al ritmo de una melodía que decía Soy el mar, soy el cielo y la tierra, Soy tu todo y tu mi corazón   Rasgo notas sin sentido, Buscando los acordes de esa canción, De esa que hablaba de amor, Y del canto de las sirenas, Que engañaban los marineros Y los ahogaban a traición.   Rasgo notas sin sentido, Buscando esos acordes malditos, Que tocaban nuestra canción.   Yo soy esa guitarra, Y mis dedos sangran, La cuerda no suena Y mis recuerdos me fallan. Ya no me queda música dentro, ¿Que se ha hecho de esa canción?

La nit és pels amants

Era una nit calorosa d'estiu, d'aquelles que no hi ha núvols al cel. Era una nit plena d’estrelles que giravoltaven sobre un mantell negre, fent pampallugues. Era una nit de lluna plena, que brillava amb més força que mai, banyada per la llum del Sol, i dotant la foscor del color de l’argent. Ell es trobava estirat al llit, amb la seva amant al costat i en silenci, mirant com la Lluna, que es trobava en el seu punt més àlcid, els il·luminava amb un raig de llum platejat que entrava per l’estreta finestra de la cambra. Mentre pensava en allò que l’havia portat fins aquí, es sentia afortunat de tenir-la, breument, entre els seus braços. La penombra dibuixava una sola silueta, creada per la unió dels dos cossos. Li acariciava el cos esvelt, de pell suau i delicada, fent dibuixos a la seva esquena que amagaven un missatge. Ella responia de forma receptiva i no podia evitar mostrar el riure de les pessigolles que li causava quan passava per aquells punts que la excitaven o la

Una rosa per Plató

Bevíem i xerràvem a la festa major del poble.   Duies un vestit de verd primaveral, estampat de flors, i jo anava tot de negre, amb una petita rosa al pit. Estaves tant fantàstica que no podia deixar de mirar-te als ulls i sentir-me insegur, dèbil i tremolós. No recordo de què parlàvem, tampoc hauria pogut recordar-ho després d’aquella nit. Durant el nostre joc de paraules, algunes sense sentit, anava fent glops cada cop més profunds; necessitava armar-me d’aquell valor que t’atorga l’embriaguesa per declarar-me i dir-te que sóc un estúpid. De cop, la cobla que harmonitzava la vetllada va tocar la nostra cançó. Vam deixar la beguda allà i ens vam apropar al centre de la pista, camuflant-nos entre totes les parelles que dansaven, enamorades, el compàs lent de la balada. Els vam imitar i tu recolzares el teu cap sobre la meva espatlla dreta; i vaig tancar els ulls. La teva escalfor m’embolcallava d’una aura que em feia sentir invulnerable; feies olor de gessamí. Quan la cançó va

Tempestad

  Se el trueno que alerta,  y  el relámpago que quema. Se esa tormenta que arrasa con todo  y que  deja huella a su paso   Se la inspiración de poetas,  d e pintores y de cantantes, Que ven en ti esa pasión  q ue tanto anhelan.   Vístete con prendas de color berilo, y se ese mar salvaje, Intenso e incontrolable, que rompe el silencio de los días grises.   Déjate de hostias, y permite que la sangre grite, que clame por tus raíces y que liberé el arte que llevas dentro.   Mientras yo seguiré jugando a perseguir el viento, a buscar sus señales. Quizás cuando lo alcance, por fin te habré encontrado.   ¿Quién dice que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar?

Oteando el horizonte

  Y que inocentes  fuimos, pequeña, cuando me hablabas de profetas, de magia, y de cuentos de hadas.   Cuando soñábamos despiertos, y mirábamos las estrellas buscando cualquier excusa, para perdernos  en nuestra aventura.   Éramos niños buscando  ese tesoro perdido. Y pintábamos imágenes en el aire, que nos contaban historias, recién sacadas  de una película americana.   Algunas eran de amor, otras, comedias baratas. Y las mejores tenían, como siempre, una banda sonora especial.   ¿Estará el Sr. Clark bailando? ¿Y que fue del pequeño Billy? ¿Es que la Rosa Negra fue su último baile?   He deseado ser Arnold, observando la danza de Jamie, a oscuras, sentado en ese sillón turquesa, y sujetando un vaso medio lleno de un escocés que sabe a madera.   Follando los dos, como esa noche sin fin, cuando dejamos el horno encendido y nos envolvieron las llamas ardientes y perpetuas que no se consumían; que parecían no tener fin.   Luego maduramos, y la fantasía se volvió realidad. Se acabaron los j